Domingo 2 de mayo 2010, 6:00 p.m.
Auditorio del Museo Nacional de Arqueología Antropología e Historia del Perú
Egidius Kwartet
Virgen Sancta, una víspera sudamericana
Anónimo (siglo XVI)
Santa Eulalia
a 4 Domine ad adjuvando
Francisco Guerrero (1528-1599)
a 5 Virgen sancta
a 3 O Virgen quand’os miro
a 3 Pastor, quien madre virgin
José Gutiérrez Fernández Hidalgo
(1553-1618)
a 4-5 Magnificat secundi toni
Francisco Guerrero
a 4 Esclareçida madre
a 5 Oyd, oyd una cosa
Francisco López Capillas
(c.1615-1673)
a 8 Laudate Dominum
Peter de Groot: contratenor
Jon Etxabe; tenor
Hans Wijers: barítono
Donald Bentvelsen: bajo
con
Susan Jonkers: soprano
Luciana Cueto: soprano
y
Egidius Consort
Wouter Verschuren: dulciana
David Jansen: órgano y clavecín
Adrián Rodriguez Van der Spoel: guitarra / vihuela
Egidius Kwartet
El Cuarteto Egidius fue fundado en 1995 por cuatro miembros del Coro Barroco de Amsterdam de Ton Koopman, con el fin de interpretar música renacentista y contemporánea de los Países Bajos.
Su repertorio principal recae en la música escrita durante el reinado de los Habsburgo (Carlos V, Margarita de Austria, Felipe II). Con sus investigaciones, grabaciones y conciertos, el cuarteto buscó y consiguió que se diera atención a maestros olvidados como Nicolas Payen y Cornelius Canis. La grabación de dos Musyckboexkens de Tilman Susato fue muy aclamada. La grabación de las chansons de Thomas Crequillon salió a la luz en 2004 y en el 2005 presentaron la obra olvidada de Gheerkin de Hondt. En 2006, grabaron el Songbook de Lawreyn van Watervliet. Para algunos de los programas y grabaciones, el cuarteto es acompañado por reconocidos cantantes e instrumentistas invitados.
Además de interpretar música renacentista, el Cuarteto Egidius desea continuar la tradición de que los cantantes sean embajadores de la nueva música de su país. Su programa, Egidius sings Egidius, dedicado al siglo XX, con piezas escritas por compositores holandeses y flamencos y algunas de ellas dedicadas al cuarteto, ha sido grabada en 2005. Juntamente con el cuarteto de flautas dulces Brisk de Amsterdam, el cuarteto Egidius realizó un programa llamado Triptica, que combina música de compositores holandeses contemporáneos y obras del ars subtilior del siglo XIV. Para el festival “Traces of Voices” compositores jóvenes han escrito música con texto de Paul Celan para Egidius y el cuarteto Prinse (violín). Para el décimo aniversario del Cuarteto, Bart Visman escribió un ciclo de madrigales para ellos con la soprano Claron Mc Fadden. Theo Lovendie, Cornelis de Bondt, Mayke Nas y Martjin Padding han escrito obras para la serie de conciertos con el Nederlands Blazer Ensemble.
Para no parecer ortodoxos, cualquier desviación de la misión inicial es bienvenida y considerada una diversión. Por ejemplo, el cuarteto ha participado en un programa dedicado a Schubert con el fortepianista Arthur Schoonderwoerd y la soprano Johannette Zomer y ha cantado Die Sieben Todsunden de Kurt Weill con la orquesta Filarmónica de Rotterdam. Ha colaborado con una producción semi-escénica de la ópera El burgués Gentilhombre de Lully con el Consort Combattimento de Amsterdam; Odas de Henry Purcell con The Northern Consort y las melodías de Llivre Vermell (1399) en arreglos con y para Cobla La Principal d’Amsterdam.
El cuarteto ha cantado en muchos auditorios en los países bajos, entre otros en las series de Music Network, han participado en Festival Holland de Música Antigua en L’Institut Néerlandais en Paris, el Radovijica Festival en Slovenia, el Festival de música antigua de Dubrovnik, Festival de Música Antigua de Aldenbiesen en Bélgica, el Aroiser Barockfestpiele y el Gerjev Festival. Además han hecho exitosas giras por Francia, España y en 2006 una gira por Estados Unidos y tocando en el Schleswig Holstein Festival. El Cuarteto también organizó por algunos años su propia serie de conciertos en Rotterdam y se ha presentado varias veces en el Amsterdam Concertgebow. Han dado clases maestras para conjuntos vocales en el Conservatorio Enschede, en la Hochschule für Musik en Heek, Alemania, el Traces Festival, y en el Festival de Música Antigua en Hoorn.
Notas al Programa
La música europea de arte tal como fue ejecutada en las catedrales y los palacios de España y Portugal, ya fue importada en las colonias en los años treinta del siglo XVI. Los colonos construyeron iglesias modestas en las misiones y magníficas catedrales en los centros urbanos más importantes. Las iglesias más importantes de punto de vista musical en el primer período colonial eran: Ciudad de México, Puebla, Oaxaca (ahora en México), Cartagena de Indias y Bogotá (ahora en Colombia), Quito (ahora en Ecuador), Lima y Cuzco (ahora en Perú) y La Plata (ahora Sucre en Bolivia). Las catedrales donde se cantó cánticos gregorianos y polifonía española, fueron los institutos de enseñanza para la música. Pero también la música religiosa más popular, sobre todo el villancico, fue cantado con mucho entusiasmo. En los Países Nuevos se inició inclusive una verdadera producción de villancicos nuevos. Los indios tenían una tradición musical fuerte, sin embargo, adoptaron con gran facilidad muchos elementos de no solo la música religiosa sino también de la música mundana importada combinándola con elementos de sus propias danzas y cánticos.
El repertorio musical de las iglesias y catedrales era el mismo que en la madre patria: Morales y De Victoria. Asimismo, sonó Palestrina e, indudablemente, se debe haber escuchado composiciones de maestros franco-flamencos. Sin embargo, la música más querida durante muchos años en América Latina fue la de Francisco Guerrero y durante cientos de años. Guerrero, quien poseía una paleta musical muy amplia y diferente a la de sus colegas españoles, escribió no sólo música espiritual sino también mundana, tenía una predilección por el género de villancico y se sirvió muchas veces y con mucho gusto de un estilo homófono en que escribía muchas melodías fáciles de retener, las cuales, por esa razón, se hicieron rápidamente populares. Al mismo tiempo, aventajaba mucho a su época en cuanto a la harmonía. Muy propio de él es la anécdota que se encontró en Perú un magnificat anónimo que fue calificado inicialmente como si fuera del siglo XVIII. Después de una investigación más detenida se comprobó que el autor fue Guerrero.
El el curso del siglo XVI se presentaron cada vez más compositores cuyas raíces ya no eran españolas ni portuguesas, sino habían nacido en América Latina y habían recibido su enseñanza ahí. Un ejemplo es José Gutiérrez Fernández Hidalgo (1553-1618). Era peruano de nacimiento pero trabajaba no sólo en Perú sino también en Colombia, Ecuador y Bolivia y a parte de ser el compositor autóctono más importante de la América hispano hablante era también comerciante, sacerdote y un hábil tocador de la vihuela.
Prueba de cómo las enseñanzas podían ser de buena calidad y la polinización cruzada entre autóctonos y conquistadores coloniales podía ser interesante, es el siguiente hecho. En Ciudad de México al inicio del siglo XVI Hernando Franco fue el compositor más importante, era un español de nacimiento. En menos de un siglo después fue un mexicano, Francisco López Capillas, quien llevaba la batuta en el campo musical. Era un criollo. Sin embargo, su música tuvo tal éxito y estima general que varios volúmenes con su música fueron exportados hacia España para ser distribuidos y cantados a gran escala.
El programa del Cuarteto Egidius combina la música del apreciado Guerrero con música de compositores de los Países Nuevos en una forma ficticia de vísperas. En este programa se juega una mala pasada a las expectativas; las partes formalistas (incipit, magnificat y salmo) son escritas por compositores indígenas, los villancicos alegres, casi del pueblo y muy latinoamericanos son escritos por el célebre español que fue llamado por un moribundo Carlos V en Yuste para consolarlo con su música. |